Muchas veces se cree que las TICS hacen milagros... pero si no cambiamos la metodología las herramientas por sí mismas no hacen nada...
Este video que comparto con ustedes me parece el mejor ejemplo...
jueves, 24 de abril de 2008
miércoles, 23 de abril de 2008
Asoma la WEB 3.0
Todavía no alcanzamos la 2 y ya están pensando en la 3... la 4.... y la 5...
http://blogs.periodistadigital.com:80/tecnologia.php/2008/04/23/web-trespuntocero-4123 23.04.08 08:07. Archivado en Tecnología
(PD).- Sucedió en Corea del Sur, durante un congreso. Un empresario preguntó a Eric Schmidt, presidente de Google, sobre el significado de Web 2.0 y Web 3.0. "Lo primero es 'marketing'", contestó; "Lo segundo se lo ha inventado usted". La respuesta, cargada de ironía, muestra la red más volátil: cuando no ha acabado la web 2.0, comienza la próxima moda.
Hace más de una década, el presidente de la compañía informática Oracle, Larry Ellison, predijo que en muy pocos años los ordenadores serían cajas tontas, sin apenas memoria y capacidad de proceso, que tomarían toda su potencia de internet.
Un poco antes, Nicholas Negroponte, un conocido visionario del mundo digital, aseguraba que en el futuro las cosas serían capaces de pensar como los humanos.
Ninguno ha acertado en sus predicciones, de momento. Pero la web 3.0 que auguran los expertos tiene mucho de ambas teorías: los defensores de la llamada web semántica creen que estará impregnada de una incipiente inteligencia que cambiará el modo en que se usa internet. Y hay quien apunta que los cambios de la próxima generación estarán marcados, como antes, por la innovación tecnológica, según ADN.
Según la primera teoría, el internauta no acudirá a la red, sino que la red acudirá al internauta. El uso de buscadores se hará innecesario, pues las personas tendrán agentes personales, programas que conocerán los gustos de sus dueños y rastrearán la red en busca de la información y los servicios que aquellos necesitan, cuando la necesiten.
La red, siempre según esta teoría, será inteligente y capaz de aprender de la inteligencia de sus usuarios. De acuerdo con la segunda teoría, la web cambiará por la mejora de las conexiones, la calidad de los gráficos ylos nuevos dispositivos para acceder a internet. Todos estos avances abrirán el camino a una red moderna, ubicua y hasta ahora inalcanzable.
Puestos a predecir, ¿qué teoría se impondrá?, ¿cómo será la web 3.0?,y ¿cuándo podrá verse? Según las opiniones de los expertos, la próxima generación de la web será una mezcla de ambas teorías: inteligente y fruto de la innovación. Y podrá verse en un plazo no superior atres años. ¿Es posible que las predicciones sean erróneas? No sólo es posible, sino muy probable. No obstante, los grandes gurúes ya se encuentran en la siguiente fase, y deciden cómo serán las próximas web 4.0 y 5.0. Puestos a predecir...
Más rápida
El ancho de banda ha marcado siempre lo que puede y no puede hacerse en internet. La transmisión de vídeo en la red -y el nacimiento de portales dedicados a esta tarea, como YouTube sólo ha sido posible cuando los usuarios han tenido conexiones rápidas. Las principales operadoras de telecomunicaciones predicen un futuro en que la fibra óptica llegará a los hogares, y abrirá un nuevo mundo al ancho de banda: los 3 Mbps del ADSL actual se convertirán en una velocidad que podrá ir de 30 Mbps a 1.000 Mbps.
Más abierta
Tras la desconfianza por parte de las principales empresas, el 'software' libre (el anti-Windows), los estándares y las licencias de distribución libre de contenido, como Creative Commons, se convierten en habituales de internet. La información se distribuye libremente por la web, e impide que un solo dueño se apropie de ella. La plusvalía de la propiedad sobre la información se pierde en favor de un uso más democrático.
Más ubicua
El PC muere a manos de los teléfonos móviles y otros dispositivos portátiles. Si los terminales Blackberry han sacado el correo electrónico del escritorio, el teléfono móvil de Apple, iPhone, promete hacerlo mismo con la web. La pequeñas pantallas crecen en tamaño y resolución y permiten una mejor visualización del contenido web. El alcance de las redes inalámbricas y de la telefonía de última generación se multiplica, ampliando la cobertura de la web.
Más fácil
El internauta que hoy en día visita un sitio web debe emplear cierto tiempo en conocerlo y en aprender a usarlo. Las nuevas tendencias de diseño buscan estándares hacia una web no sólo más homogénea en sus funciones y más fácil de reconocer por los usuarios -como el sistema de ventanas que usan los ordenadores- sino también más cercana a un espacio que los visitantes puedan configurar a su gusto. Sin embargo la personalización no se limitará al diseño, y estos nuevos sitios web permitirán también al usuario construir pequeños programas incluso aunque no sepa programar.
Más multimedia
El carácter convergente de internet, capaz de aglutinar texto, audio y vídeo, continúa su camino hacia una integración total. Los programas de televisión se atomizan en su paso a la red y los televidentes componen sus 'parrillas' particulares con piezas de programas cadenas y productoras de televisión independientes y distintas. Hollywood finalmente, apuesta sin reservas por la red.
Más tridimensional
La información 3 D rompe las dos dimensiones de laweb. Los espacios tridimensionales, en forma de mundos virtuales, serán cada vez más habituales en la vida privada en forma de juegos y sistemas de telepresencia y profesional -como una prolongación de la video conferencia-. Aparecen nuevos dispositivos para moverse por la web, más allá del teclado y el ratón.
Más social
Las comunidades se hacen más exclusivas y complejas. Crecen las redes socia les y el número de formas en que conectan a sus miembros. La web trasciende lo digital a través de dispositivos analógicos, que muestran en el mundo real lo que sucede en el digital. Empieza a considerarse normal que una persona tenga varias identidades en su vida virtual y se plantea incluso la posibilidad de poder migrarla identidad de una red a otra.
Más distribuida
Los programas y la información se convierten en pequeñas piezas repartidas por la web y capaces de trabajar conjuntamente. Los internautas pueden coger y mezclar estas piezas para realizar una determinada tarea. web a sus escritorio y la web se distribuye también por los ordenadores conecta-dos con ella. Los sistemas de computación distribuida -que unen la potencia de muchos ordenadores en una sola entidad se convierten en una opción habitual de los sistemas operativos. La web es una gran nube de información y un montón de programas para procesarla
Más comercial
Casi todos los avances de internet han venido de manos privadas y han acabado en manos de intereses estrictamente comerciales. Nada apunta a que el futuro vaya a ser distinto. La web 2.0 significó la aparición de redes sociales alrededor de productos y su sucesora abundará en esta línea. Usos perversos' de la tecnología, como el 'spam' serán los primeros en sacarle partido.
Más inteligente
Este objetivo ocupa desde hace años el cerebro de Tim Berners Lee, el creador de la World Wide Web. Su proyecto de web semántica pretende crear un método para clasificar las páginas de internet, un sistema de etiquetado que permita a los buscadores no sólo encontrar la información distribuida por la red, sino también entender la hasta cierto punto. De conseguir este objetivo, un usuario podría acudir a la web para preguntare lengua y sin necesidad de claves crípticas por un determinado asunto. Así, en lugar de buscar con las claves "mozart operas" el internauta podría escribir "Cuántas óperas compuso Mozart". En lugar de "hotel Barcelona", escribiría "Necesito viaje y hotel en Barcelona para el día Sant Jordi. Viajamos con perro". La web aprendería del resultado de esta búsqueda para la próxima ocasión.
¿Cómo sobrevivían los humanos antes de que existiera Google? ¿Dónde encontraban respuestas a sus preguntas? ¿Cómo se divertían sin YouTube y sin bajarse pelis y discos? ¿O se relacionaban sin el messenger?Cuesta creerlo, pero hubo un tiempo en que internet no existía, y la gente sólo hacía cosas tan antiguas como escribir cartas, hablar por teléfono (fijo) o ver la tele. El camino desde esa época semiprimitiva hasta hoy ha sido largo, duro y difícil . Lleno de grandes aciertos y disparatados pasos en falso. Éste es un recorrido a velocidad de 20 megas por segundo por la historia de la red.
0.0
Los años oscuros de internet -digamos que hasta principios de los noventa se caracterizaron por la complicación a la hora de llevar a cabo las operaciones más básicas y la extrema lentitud de la conexión. Los más viejos del lugar recuerdan con cariño buscadores jurásicos como el Web Crawler programas de chat de antidiseño como IRC o rebuscadas formas de intercambiar archivos como los FTP aún en uso.
1.0
La explosión de la primera era de internet estuvo marcada por la popularización masiva de los navegadores y del correo electrónico. En la red cohabitaban buscadores ineficientes (Altavista, Lycos) y portales faraónicos (Terra) con costrosas páginas personales hechas por pioneros del HTML. El usuario era mero receptor, y su intervención se reducía a los foros y a pagar por el porno.
2.0
La participación es la clave en esta época que comienza en los primeros años del siglo XXI. Gracias a los avances en programación, los usuarios dejan de ser zombis pasivos y se convierten en estrellas del contenido, a través de los blogs y de plataformas como My Space, YouTube o Flickr. Google revoluciona las búsquedas con un sistema basado en la popularidad, y la Wikipedia es el nuevo templo del saber.
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tecnologías colaborativas,
TICs
viernes, 18 de abril de 2008
Tedesco responsabiliza a los padres por la violencia de los chicos
Las escuelas y los docentes siempre somos el chivo expiatorio de la sociedad que no puede hacerse cargo de la violencia que ella ejerce sobre sí misma. Es interesante leer esta entrevista que se le realiza al Ministro de Educación de la Nación, Juan Carlos Tedesco, publicada el 9 de abril de 2008 en el diario La Nación.
El ministro pide que les pongan límites
La seguidilla de episodios de violencia juvenil en las escuelas, incrementada en las últimas horas con nuevos casos en San Isidro, Entre Ríos y Tucumán, enciende una luz de alarma en las aulas.
Pero para el ministro de Educación, Juan Carlos Tedesco, la raíz del problema no está en los colegios y tampoco en los chicos. La responsabilidad es de los adultos y, principalmente, de los padres, dijo ayer en una entrevista con LA NACION.
“¿Dónde aprenden los chicos estas conductas? ¿Quién se las está enseñando? No es la escuela ni son los maestros”, advirtió Tedesco, de 63 años y con larga experiencia en organismos de la Unesco. Fundamentó su opinión en que los chicos conviven en una sociedad con un clima que favorece la permisividad y el hábito de no respetar la norma.
“No se le puede transferir a la escuela la responsabilidad de resolver problemas que ella no genera”, afirmó, al describir las imágenes cada vez más frecuentes de chicos que van armados al colegio, grupos que se golpean ferozmente y hasta el caso de un adolescente que acuchilló a un compañero en clase.
Los habituales cortes de calles y de rutas, la violencia policial, la discriminación en los boliches y las animaciones de los juegos electrónicos, muchos de los cuales invitan literalmente a eliminar al otro, son el paisaje cotidiano que rodean estos episodios de violencia que se viven en las aulas y en los alrededores de las escuelas.
"No hay recetas mágicas", advirtió el ministro de Educación. Pero estimó que para atender el nuevo fenómeno de la violencia en los colegios hay que fortalecer la capacidad de los maestros para detectar síntomas que puedan derivar en episodios de violencia y pedir a los padres que se animen a poner límites.
"Los adultos estamos perdiendo nuestra calidad de adultos. Hay un problema en la relación con la juventud. Hoy todos queremos ser jóvenes y la sociedad tiende a perder esa distinción entre joven y adulto", precisó Tedesco, que desde diciembre último integra el gabinete de Cristina Kirchner.
-¿Crecieron los episodios de violencia en la escuela?
-Es difícil saber si hay un recrudecimiento. En estos días aparecieron muchos fenómenos de violencia escolar, pero tienen características muy diferentes entre sí. Hay una tendencia a poner en una misma categoría episodios propios de violencia escolar, como la agresión de un chico a la maestra, y otros que no lo son, como cuando dos chicos se pelean por una novia a 15 cuadras de distancia del colegio. Hay que hacer distinciones, porque cada caso tiene causas distintas y requieren estrategias diferentes.
-¿La situación le preocupa?
-Nos preocupa mucho todo lo que está pasando. Pero primero debemos preguntarnos: ¿dónde aprenden los chicos estas conductas? ¿Quién les está enseñando? No es la escuela ni los maestros. No es en la escuela donde se aprende a resolver los conflictos por la vía violenta ni donde se enseñan formas de agresión. Tampoco son los maestros los que enseñan estas cosas
-¿Dónde las aprenden?
-Hay que comenzar a identificar ámbitos de enseñanza y aprendizaje de esas conductas violentas. Y puede ser desde los medios de comunicación y los jueguitos electrónicos hasta el propio ámbito familiar y el barrio. Son muy frecuentes, en algunos casos, los fenómenos de maltrato infantil. En la escuela se enseña a resolver los problemas en forma pacífica, se practica la convivencia, se enseña a manejar la lengua y el diálogo. Quizá no lo estemos haciendo con la intensidad, profundidad y eficacia que la realidad requiere.
-¿Hay fallas en la escuela?
-Más que hablar de fallas, tenemos necesidad de incrementar las acciones de prevención de la violencia. Necesitamos fortalecer la capacidad de los maestros para resolver estos problemas. Muchos de ellos no están formados para esta tarea. Tenemos el Observatorio Argentino de Violencia en las Escuelas, que atiende cuatro programas, destinados a la convivencia y mediación escolar y a garantizar los derechos de los niños y los adolescentes.
-¿Con qué resultados?
-Está haciendo estudios, investigaciones. Todos los datos, al igual que otros informes, coinciden en que en su gran mayoría los alumnos viven en la escuela un clima de paz, de convivencia y buenas relaciones. Los fenómenos de violencia más frecuentes son los casos de hostigamiento, mala conducta, agresiones, burlas a un compañero, robos y destrozos de útiles. Los que llegan a situaciones de verdadera violencia son de escasa magnitud. No llegan al 3% de las escuelas del país.
-¿Hay registros?
-Muchos se basan en los informes que publican los diarios. En la Universidad de San Andrés midieron los episodios que registraron los diarios entre 1997 y 2001 y concluyeron que hubo 108 casos. Es un fenómeno marginal, si se tiene en cuenta que el sistema educativo argentino tiene 42.000 escuelas y millones de alumnos. No hay que crear la sensación de que estamos en un fenómeno masivo de universalización de la violencia.
-¿Por qué considera que el tratamiento del tema en los medios es perjudicial?
-A veces la excesiva mediatización de estos fenómenos impide un tratamiento educativo y pedagógico del problema. En muchos casos hay afán por salir en los medios. Las situaciones exigen tratar estos temas desde la discreción y el anonimato.
-¿En qué falla el Estado y en qué fallan los padres?
-No hay que analizar el tema en esos términos. Si hay un padre ausente, más que una falla es un fenómeno social. Si hay una falla es en la prevención, en no detectar anticipadamente síntomas que pueden llevar a fenómenos de violencia. Hay que fortalecer radares, la capacidad de observación y de hacer diagnósticos preventivos.
-¿Quiénes son responsables de atender esos síntomas?
-En la escuela, los docentes, los directivos, el personal especializado. Desde otro lado, los padres también pueden apreciar conductas en sus hijos que puedan anticipar el fenómeno. A eso suma la necesidad de fortalecer el vínculo escuela-familia.
-¿Hoy está deteriorado?
-En algunos casos sí está debilitado; en otros, no. Hay contextos sociales y culturales distintos.
-¿Los padres se han desentendido de esa tarea?
-Hay un problema de los adultos en su relación con los jóvenes. Estamos perdiendo nuestra calidad de adultos. Hoy todos queremos ser jóvenes y se tiende a perder esa distinción entre joven y adulto.
-¿Cuál es la consecuencia?
-Eso hace que la permisividad, que existe, se convierta en muchos casos en abandono. La permisividad consiste en que yo no me hago cargo del otro. Y a veces hacerse cargo significa decir no. Muchos adultos interpretan que decir no y poner límites es ejercer un nivel de represión y autoritarismo negativo. Y en muchos casos es todo lo contrario. Decir no es un límite de protección, basado en el cariño y en el afecto.
-¿Eso es exclusiva responsabilidad de los padres?
-Uno lo ve en la TV, en los modelos que muestra. La distinción entre el joven y el adulto no existe. Hay un fenómeno de la juvenilización de la cultura, que no es muy bueno. Afecta a la escuela, la relación del maestro con el alumno, particularmente en los colegios secundarios.
-¿Antes la escuela tenía resultados más efectivos?
-Había menos problemas y menos necesidad de enseñar estas cosas. Además, ahora todo chico de 3 a 17 años está en la escuela y cualquier cosa que le pase tiene que ver con su condición de estudiante. Muchos de estos fenómenos afectaban antes a chicos que no estaban en la escuela. Hoy los tenemos a todos dentro del aula.
-De todos modos, los episodios de violencia escolar se dan en sectores de clase media, que siempre estuvieron incorporados a la escuela.
-Efectivamente. El fenómeno no tiene un corte socioeconómico. Afecta a todos. Hace cuarenta años no era un objetivo de la educación el aprender a convivir. Hoy es una fuerte demanda que se hace a la escuela porque la sociedad no encuentra formas de cohesión social.
-¿Los maestros están preparados para atender esta problemática?
-No podemos generalizar. Algunos sí, otros no. Estamos trabajando activamente en programas de convivencia y mediación escolar para atender este fenómeno nuevo. Debemos trabajar para fortalecer la capacidad de diagnóstico y observación del maestro. Y, a partir de estos casos, el equipo escolar decide los pasos por seguir. A veces se puede requerir la presencia de un profesional o un especialista.
-¿Los maestros tienen instrucciones para actuar en estos casos?
-Están los códigos de convivencia, que son el marco institucional que rige estos procedimientos. Cuando el Consejo de Convivencia es superado, intervienen el supervisor y la línea jerárquica de cada jurisdicción provincial.
-¿Influye en la seguidilla de casos el clima de enfrentamiento que a veces se percibe en la sociedad?
-Los chicos aprenden cuando observan, participan y viven experiencias de agresión en la sociedad. No hay mejor radiografía de lo que es la violencia escolar que observar lo que pasa a la salida de una escuela, cuando los padres, los adultos, no respetan abiertamente nada: estacionan en cualquier parte, detienen el tránsito, pasan por encima de cualquiera para retirar a su hijo. Es un ejemplo del clima de falta de respeto a la norma que existe en nuestra sociedad. Y eso enseña mucho más que una clase de convivencia o un manual. Hay un clima general de no respetar la norma.
-Es el mismo clima que se vive con las protestas de los piqueteros y el reciente conflicto con el campo.
-Por supuesto. Y no es un problema argentino. Los fenómenos de violencia en países desarrollados son de una magnitud que nosotros no conocemos. En Estados Unidos, donde todo el mundo está armado, cada vez que hay problemas de este tipo mueren 15 o 20 chicos.
-Pero acá no estamos lejos. Hay casos de alumnos que van a la escuela con armas.
-Efectivamente. ¿De dónde salen esas armas? ¿Quién le enseña a ese chico a manejar un arma? No fue la escuela. No fue el maestro. Eso lo aprendió el chico en su casa o en la calle.
-Al centrar usted la responsabilidad de los adultos, ¿incluye a los docentes?
-Sí, pero a veces el docente es el que está más obligado a jugar el papel de adulto. Y en muchos casos se ha constatado que los padres prefieren aliarse con sus hijos en contra de los docentes. Cada vez que un maestro se pone más exigente y trata de cumplir con su papel de un modo más estricto se produce este nuevo fenómeno, contrario a lo que ocurría en el pasado, cuando había una alianza entre la escuela y la familia.
-¿El Estado actúa en esos casos para respaldar al docente o en los últimos años se ha relajado esa conducta?
-El Estado siempre ha respaldado posturas que se basan en un criterio educativo. Recientemente, cuando la directora de una escuela de La Plata sancionó con tres días de suspensión a un chico y hubo una especie de clamor de la comunidad para que lo expulsaran, nosotros actuamos. Y estamos para educar. Nuestra función es educar, y si yo lo expulso pierdo la posibilidad de educar. No quiere decir que no tiene que haber sanciones. Pero la sanción es una etapa de un proceso educativo. No puede ser la etapa final, en la que sanciono al alumno, lo echo y se acabó. Salvando las distancias, es como si un hospital decide expulsar a un paciente que resiste un tratamiento porque no lo puede curar. La escuela tiene que agotar todas las instancias. Puede decidir ponerlo en otro lugar o tomar la medida que aconseje la situación. Pero de ningún modo llevar al extremo de romper el vínculo, porque ahí ya no puedo seguir cumpliendo con la misión educativa.
-¿Qué medidas concretas hay que instrumentar para detener la creciente ola de episodios de violencia?
-A mediano y largo plazo debemos fortalecer la enseñanza de la lengua. La escuela tiene que aumentar significativamente las experiencias que favorecen el diálogo. Para dialogar hay que manejar el lenguaje. Yo puedo expresar lo que siento a través del lenguaje. Hay una asociación muy fuerte entre violencia y lenguaje. Cuando el uso del lenguaje se agota se apela a la acción directa. Hay que favorecer las conductas de diálogo, que son la mejor manera de resolver los conflictos por vías no violentas. Conflictos va a haber y habrá siempre. Eso forma parte de la naturaleza humana y las relaciones sociales. Lo que debemos evitar es que el conflicto termine en agresión, en querer eliminar al otro. Por eso es muy importante que la escuela coloque la idea de aprender a vivir juntos como pilar fundamental de su trabajo. Hoy es más necesario que nunca.
Por Mariano de Vedia
De la Redacción de LA NACION
Link corto: http://www.lanacion.com.ar/1002628
La seguidilla de episodios de violencia juvenil en las escuelas, incrementada en las últimas horas con nuevos casos en San Isidro, Entre Ríos y Tucumán, enciende una luz de alarma en las aulas.
Pero para el ministro de Educación, Juan Carlos Tedesco, la raíz del problema no está en los colegios y tampoco en los chicos. La responsabilidad es de los adultos y, principalmente, de los padres, dijo ayer en una entrevista con LA NACION.
“¿Dónde aprenden los chicos estas conductas? ¿Quién se las está enseñando? No es la escuela ni son los maestros”, advirtió Tedesco, de 63 años y con larga experiencia en organismos de la Unesco. Fundamentó su opinión en que los chicos conviven en una sociedad con un clima que favorece la permisividad y el hábito de no respetar la norma.
“No se le puede transferir a la escuela la responsabilidad de resolver problemas que ella no genera”, afirmó, al describir las imágenes cada vez más frecuentes de chicos que van armados al colegio, grupos que se golpean ferozmente y hasta el caso de un adolescente que acuchilló a un compañero en clase.
Los habituales cortes de calles y de rutas, la violencia policial, la discriminación en los boliches y las animaciones de los juegos electrónicos, muchos de los cuales invitan literalmente a eliminar al otro, son el paisaje cotidiano que rodean estos episodios de violencia que se viven en las aulas y en los alrededores de las escuelas.
"No hay recetas mágicas", advirtió el ministro de Educación. Pero estimó que para atender el nuevo fenómeno de la violencia en los colegios hay que fortalecer la capacidad de los maestros para detectar síntomas que puedan derivar en episodios de violencia y pedir a los padres que se animen a poner límites.
"Los adultos estamos perdiendo nuestra calidad de adultos. Hay un problema en la relación con la juventud. Hoy todos queremos ser jóvenes y la sociedad tiende a perder esa distinción entre joven y adulto", precisó Tedesco, que desde diciembre último integra el gabinete de Cristina Kirchner.
-¿Crecieron los episodios de violencia en la escuela?
-Es difícil saber si hay un recrudecimiento. En estos días aparecieron muchos fenómenos de violencia escolar, pero tienen características muy diferentes entre sí. Hay una tendencia a poner en una misma categoría episodios propios de violencia escolar, como la agresión de un chico a la maestra, y otros que no lo son, como cuando dos chicos se pelean por una novia a 15 cuadras de distancia del colegio. Hay que hacer distinciones, porque cada caso tiene causas distintas y requieren estrategias diferentes.
-¿La situación le preocupa?
-Nos preocupa mucho todo lo que está pasando. Pero primero debemos preguntarnos: ¿dónde aprenden los chicos estas conductas? ¿Quién les está enseñando? No es la escuela ni los maestros. No es en la escuela donde se aprende a resolver los conflictos por la vía violenta ni donde se enseñan formas de agresión. Tampoco son los maestros los que enseñan estas cosas
-¿Dónde las aprenden?
-Hay que comenzar a identificar ámbitos de enseñanza y aprendizaje de esas conductas violentas. Y puede ser desde los medios de comunicación y los jueguitos electrónicos hasta el propio ámbito familiar y el barrio. Son muy frecuentes, en algunos casos, los fenómenos de maltrato infantil. En la escuela se enseña a resolver los problemas en forma pacífica, se practica la convivencia, se enseña a manejar la lengua y el diálogo. Quizá no lo estemos haciendo con la intensidad, profundidad y eficacia que la realidad requiere.
-¿Hay fallas en la escuela?
-Más que hablar de fallas, tenemos necesidad de incrementar las acciones de prevención de la violencia. Necesitamos fortalecer la capacidad de los maestros para resolver estos problemas. Muchos de ellos no están formados para esta tarea. Tenemos el Observatorio Argentino de Violencia en las Escuelas, que atiende cuatro programas, destinados a la convivencia y mediación escolar y a garantizar los derechos de los niños y los adolescentes.
-¿Con qué resultados?
-Está haciendo estudios, investigaciones. Todos los datos, al igual que otros informes, coinciden en que en su gran mayoría los alumnos viven en la escuela un clima de paz, de convivencia y buenas relaciones. Los fenómenos de violencia más frecuentes son los casos de hostigamiento, mala conducta, agresiones, burlas a un compañero, robos y destrozos de útiles. Los que llegan a situaciones de verdadera violencia son de escasa magnitud. No llegan al 3% de las escuelas del país.
-¿Hay registros?
-Muchos se basan en los informes que publican los diarios. En la Universidad de San Andrés midieron los episodios que registraron los diarios entre 1997 y 2001 y concluyeron que hubo 108 casos. Es un fenómeno marginal, si se tiene en cuenta que el sistema educativo argentino tiene 42.000 escuelas y millones de alumnos. No hay que crear la sensación de que estamos en un fenómeno masivo de universalización de la violencia.
-¿Por qué considera que el tratamiento del tema en los medios es perjudicial?
-A veces la excesiva mediatización de estos fenómenos impide un tratamiento educativo y pedagógico del problema. En muchos casos hay afán por salir en los medios. Las situaciones exigen tratar estos temas desde la discreción y el anonimato.
-¿En qué falla el Estado y en qué fallan los padres?
-No hay que analizar el tema en esos términos. Si hay un padre ausente, más que una falla es un fenómeno social. Si hay una falla es en la prevención, en no detectar anticipadamente síntomas que pueden llevar a fenómenos de violencia. Hay que fortalecer radares, la capacidad de observación y de hacer diagnósticos preventivos.
-¿Quiénes son responsables de atender esos síntomas?
-En la escuela, los docentes, los directivos, el personal especializado. Desde otro lado, los padres también pueden apreciar conductas en sus hijos que puedan anticipar el fenómeno. A eso suma la necesidad de fortalecer el vínculo escuela-familia.
-¿Hoy está deteriorado?
-En algunos casos sí está debilitado; en otros, no. Hay contextos sociales y culturales distintos.
-¿Los padres se han desentendido de esa tarea?
-Hay un problema de los adultos en su relación con los jóvenes. Estamos perdiendo nuestra calidad de adultos. Hoy todos queremos ser jóvenes y se tiende a perder esa distinción entre joven y adulto.
-¿Cuál es la consecuencia?
-Eso hace que la permisividad, que existe, se convierta en muchos casos en abandono. La permisividad consiste en que yo no me hago cargo del otro. Y a veces hacerse cargo significa decir no. Muchos adultos interpretan que decir no y poner límites es ejercer un nivel de represión y autoritarismo negativo. Y en muchos casos es todo lo contrario. Decir no es un límite de protección, basado en el cariño y en el afecto.
-¿Eso es exclusiva responsabilidad de los padres?
-Uno lo ve en la TV, en los modelos que muestra. La distinción entre el joven y el adulto no existe. Hay un fenómeno de la juvenilización de la cultura, que no es muy bueno. Afecta a la escuela, la relación del maestro con el alumno, particularmente en los colegios secundarios.
-¿Antes la escuela tenía resultados más efectivos?
-Había menos problemas y menos necesidad de enseñar estas cosas. Además, ahora todo chico de 3 a 17 años está en la escuela y cualquier cosa que le pase tiene que ver con su condición de estudiante. Muchos de estos fenómenos afectaban antes a chicos que no estaban en la escuela. Hoy los tenemos a todos dentro del aula.
-De todos modos, los episodios de violencia escolar se dan en sectores de clase media, que siempre estuvieron incorporados a la escuela.
-Efectivamente. El fenómeno no tiene un corte socioeconómico. Afecta a todos. Hace cuarenta años no era un objetivo de la educación el aprender a convivir. Hoy es una fuerte demanda que se hace a la escuela porque la sociedad no encuentra formas de cohesión social.
-¿Los maestros están preparados para atender esta problemática?
-No podemos generalizar. Algunos sí, otros no. Estamos trabajando activamente en programas de convivencia y mediación escolar para atender este fenómeno nuevo. Debemos trabajar para fortalecer la capacidad de diagnóstico y observación del maestro. Y, a partir de estos casos, el equipo escolar decide los pasos por seguir. A veces se puede requerir la presencia de un profesional o un especialista.
-¿Los maestros tienen instrucciones para actuar en estos casos?
-Están los códigos de convivencia, que son el marco institucional que rige estos procedimientos. Cuando el Consejo de Convivencia es superado, intervienen el supervisor y la línea jerárquica de cada jurisdicción provincial.
-¿Influye en la seguidilla de casos el clima de enfrentamiento que a veces se percibe en la sociedad?
-Los chicos aprenden cuando observan, participan y viven experiencias de agresión en la sociedad. No hay mejor radiografía de lo que es la violencia escolar que observar lo que pasa a la salida de una escuela, cuando los padres, los adultos, no respetan abiertamente nada: estacionan en cualquier parte, detienen el tránsito, pasan por encima de cualquiera para retirar a su hijo. Es un ejemplo del clima de falta de respeto a la norma que existe en nuestra sociedad. Y eso enseña mucho más que una clase de convivencia o un manual. Hay un clima general de no respetar la norma.
-Es el mismo clima que se vive con las protestas de los piqueteros y el reciente conflicto con el campo.
-Por supuesto. Y no es un problema argentino. Los fenómenos de violencia en países desarrollados son de una magnitud que nosotros no conocemos. En Estados Unidos, donde todo el mundo está armado, cada vez que hay problemas de este tipo mueren 15 o 20 chicos.
-Pero acá no estamos lejos. Hay casos de alumnos que van a la escuela con armas.
-Efectivamente. ¿De dónde salen esas armas? ¿Quién le enseña a ese chico a manejar un arma? No fue la escuela. No fue el maestro. Eso lo aprendió el chico en su casa o en la calle.
-Al centrar usted la responsabilidad de los adultos, ¿incluye a los docentes?
-Sí, pero a veces el docente es el que está más obligado a jugar el papel de adulto. Y en muchos casos se ha constatado que los padres prefieren aliarse con sus hijos en contra de los docentes. Cada vez que un maestro se pone más exigente y trata de cumplir con su papel de un modo más estricto se produce este nuevo fenómeno, contrario a lo que ocurría en el pasado, cuando había una alianza entre la escuela y la familia.
-¿El Estado actúa en esos casos para respaldar al docente o en los últimos años se ha relajado esa conducta?
-El Estado siempre ha respaldado posturas que se basan en un criterio educativo. Recientemente, cuando la directora de una escuela de La Plata sancionó con tres días de suspensión a un chico y hubo una especie de clamor de la comunidad para que lo expulsaran, nosotros actuamos. Y estamos para educar. Nuestra función es educar, y si yo lo expulso pierdo la posibilidad de educar. No quiere decir que no tiene que haber sanciones. Pero la sanción es una etapa de un proceso educativo. No puede ser la etapa final, en la que sanciono al alumno, lo echo y se acabó. Salvando las distancias, es como si un hospital decide expulsar a un paciente que resiste un tratamiento porque no lo puede curar. La escuela tiene que agotar todas las instancias. Puede decidir ponerlo en otro lugar o tomar la medida que aconseje la situación. Pero de ningún modo llevar al extremo de romper el vínculo, porque ahí ya no puedo seguir cumpliendo con la misión educativa.
-¿Qué medidas concretas hay que instrumentar para detener la creciente ola de episodios de violencia?
-A mediano y largo plazo debemos fortalecer la enseñanza de la lengua. La escuela tiene que aumentar significativamente las experiencias que favorecen el diálogo. Para dialogar hay que manejar el lenguaje. Yo puedo expresar lo que siento a través del lenguaje. Hay una asociación muy fuerte entre violencia y lenguaje. Cuando el uso del lenguaje se agota se apela a la acción directa. Hay que favorecer las conductas de diálogo, que son la mejor manera de resolver los conflictos por vías no violentas. Conflictos va a haber y habrá siempre. Eso forma parte de la naturaleza humana y las relaciones sociales. Lo que debemos evitar es que el conflicto termine en agresión, en querer eliminar al otro. Por eso es muy importante que la escuela coloque la idea de aprender a vivir juntos como pilar fundamental de su trabajo. Hoy es más necesario que nunca.
Por Mariano de Vedia
De la Redacción de LA NACION
Link corto: http://www.lanacion.com.ar/1002628
miércoles, 16 de abril de 2008
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